sábado, 1 de noviembre de 2008
domingo, 12 de octubre de 2008
homilia del domingo 12 de octubre
En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra "rosario" significa "corona de rosas".
Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.
La Iglesia recomendó rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas, pero no la mayoría de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este "rosario corto" se le llamó "el salterio de la Virgen".
A finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán sufría al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses y decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral, alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.
En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos. Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia.
El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado. En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra" en la que murieron muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.
¿Cuándo se instituyó formalmente esta fiesta?El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla, su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el Rosario por la flota. En Roma estaba el Papa despachando asuntos cuando de repente se levantó y anunció que la flota cristiana había sido victoriosa. Ordena el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano.
Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre. Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.
martes, 9 de septiembre de 2008
SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU
Hora: 7:00 – 9:00 p.m.
Templo Parroquial
Nuestra Señora de la Paz
Vayan y anuncien la Buena Nueva a todos los pueblos…”
SEMANA POR LA PAZ
miércoles, 3 de septiembre de 2008
San Gregorio Magno - Septiembre 3
Beato Bartolomé Gutiérrez - Septiembre 2
Con Fray Pedro Solís, viajó en 1605 a Manila y misionó en Japón entre 1618 y 1620. Escribió una narración sobre los mártires de Japón en 1622.
Aunque fue expulsado, regresó a Japón en 1628, hasta que el rey Takanaga mandó apresarlo y quemarlo el 30 de septiembre de 1632 junto con otros misioneros.
Fue beatificado por el Papa Pío IX el 22 de mayo de 1867.
San Gil o Egidio -Septiembre 1
VALOR SEPTIEMBRE: Reparación. LEMA: Justicia y reparación, la fuerza del corazón.
Hermanos y hermanas reciban mi saludo paternal de paz y bien en el Señor Jesús.
En la vivencia comunitaria de los valores que nos llevan a la justicia, durante el mes anterior reflexionamos el valor de la Denuncia, la realización de un hecho contrario a las normas, al bien común y que afecta la armonía y la con-cordia de la comunidad (carta de Agosto 2008); ahora avanzamos, pues no basta con simplemente señalar, es nece-sario que todo vuelva al orden original, es necesario que exista la Reparación, que debemos situarla, ante todo, dentro del marco de la Reconciliación que hace de las víctimas y de los opresores una nueva creación.
La reconciliación es mucho más que la reparación de daños y el arrepentimiento de los males cometidos. Todo ello está incluido, pero la idea de reconciliación que propone la Sagrada Escritura supone que este acontecimiento nos introduce en un nuevo estado y nos transforma en nuevas criaturas. La reconciliación no se reduce a una nueva restauración del orden legal o moral, nos lleva a un lugar donde nunca antes habíamos estado: es un don que brota libremente de la gracia, cuyo fruto nos lleva necesariamente al perdón; es una nueva creación en lo más profundo de nuestro ser: darle cabida en nuestro corazón a los que nos han hecho mal, a nuestros enemigos.
En el contexto de la legislación de nuestro país la Reparación es muy mencionada y reclamada como la retribución que se da a las víctimas sobrevivientes de las situaciones de violencia. En Cristo la reparación no es un simple acto mecánico, de restaurar lo dañado, o sanar al enfermo, o devolver la alegría a quien se encuentra triste. Quien repara, movido por el Espíritu de Cristo, deja las cosas mejor aún, que como estaban al principio: “Y a quien le haya exigido algo injustamente, le devolveré cuatro veces más” (Lc 19.8), dijo Zaqueo lleno de arrepentimiento.
Frente a la realidad que nos correspondió vivir, esa misma a la que nos hemos acercado a través de las denuncias del mes anterior, requiere ser transformada. Reparar, al estilo de Cristo, consiste en que los esposos corrijan las fallas y se perdonen y reconcilien mutuamente, vuelvan al amor primero; en que los hijos respeten y obedezcan a sus padres como lo hacían en sus primeros años; en que los hermanos se comprendan y se amen, y tengan un mismo sentir; en que los amigos sean desinteresados y siempre atentos a las necesidades del otro; en que dentro de la so-ciedad a la vida de las personas no se le tase por un valor comercial, sino que se le reconozca la dignidad de “imagen y semejanza de Dios”. Solo así, y no por otros caminos, la Reparación será auténtica y aportará, en la consecución de la justicia, dándole otro sentido; será un eslabón más frente a la estructura de pecado que nos carcome y destruye; será en fin, constructora de concordia y de paz.
“Justicia y reparación, la fuerza del corazón”, es nuestro lema de este mes: motivación para poner todo nuestro empeño cristiano por una reparación auténtica, testimoniada en relaciones fraternas que dignifican a la persona, la familia y la sociedad, fruto del perdón y de la reconciliación y expresión de la justicia auténticamente cristiana.
Con aprecio paternal les doy mi bendición.
+ VÍCTOR MANUEL LÓPEZ FORERO
Arzobispo de Bucaramanga
miércoles, 27 de agosto de 2008
martes, 26 de agosto de 2008
PALABRA Y VIDA: Agosto 31 de 2008
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.
Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
«Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.